Con antropología salvaje, el mexicano Rafael Rangel realiza cinta sobre Gaza

Con actividades cotidianas de la población palestina antes del ataque de Israel –el 7 de octubre pasado– comienza el documental GAZA: la franja del exterminio, de Rafael Rangel, quien recurrió a la antropología salvaje y el cine vivencial para filmar durante un mes con la colaboración de un equipo de profesionales de Palestina y Egipto.

La película es un testimonio sin fines de lucro, pues su propósito es humanitario, dijo el director a este medio antes de las dos proyecciones, la noche del jueves, en la Cineteca Nacional. En ella se observan los hechos que hablan por sí mismos: bombardeos, destrucción, muertes, heridos y las desgarradoras súplicas de niños por que cese el fuego.

La próxima función especial será el 20 del mes en curso en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, en la capital del estado a las 18 horas.

Sin estadísticas ni voces especializadas, sólo la antropología salvaje –como define el realizador su trabajo– desde las entrañas de la franja de Gaza, exhibe el inhumano sufrimiento de los heridos (la mayoría niños y mujeres), así como el desplazamiento masivo al refugio en Rafah.

Aparece un fotoperiodista

Con crudas e impactantes imágenes se devela la situación en aquel punto del orbe, donde el número de heridos y muertos es infinito, así como el de los desplazados y la imperante devastación.

Rangel señaló: “Desde diciembre pasado busqué contactos en Palestina, siempre proponiendo hacer un documental, hasta que encontré la respuesta de Mahmoud M. Zagout, fotógrafo de guerra, quien tuvo la decencia de responder al decir: ‘No sé hacer una película, no me interesa’. Esto me dio pie para entablar un diálogo con él y plantearle que el cine es diferente a los medios de comunicación, sin que uno sea más importante que otro”.

Luego de esto, comenzamos a trabajar en línea. Así empezó a gestarse este proyecto independiente. Después me dirigí Egipto para entrar por la franja de Gaza. Cabe mencionar que Mahmoud es originario de ese lugar.

Así, ambos se organizaron y fueron reuniendo el material que dio forma al documental que además recorrerá festivales cinematográficos internacionales.

La antropología salvaje, explicó Rangel, “es una forma de Eduardo Coutinho de hacer documentales, de quien descubrí que comulgaba con mi forma de hacer las cosas. Es decir, un filme que se basa en esta premisa no usa música que dicte sensaciones; no tiene una voz en off que narre lo que se está viendo. De hecho, los cinco o seis trabajos que he hecho son de cine completamente vivencial, sin datos, sin voces explicativas, sólo imagen pura. Es como estar en el lugar de los hechos”.

Rafael Rangel enfatizó: Es decir, pongo al espectador en el lugar, en primera persona. Esto es antropología salvaje, sin explicaciones. Así es este trabajo, que incluso ha sido lo más radical que he realizado. Es humanamente imposible una presencia omnipresente en todos los acontecimientos trágicos de este filme, por lo que trabajamos con cine y arte colectivo.

Detalló: La franja de Gaza tiene 2 millones y medio de habitantes y en ese lugar todos se conocen, por lo cual externé a Mahmoud que sería bueno tener más material y una narrativa más completa, pues era imposible que lo que hacíamos abordara el tema a totalidad. Me dijo que muchas personas sabían que yo estaba allá, estaban agradecidos y en la mejor disposición de colaborar.

Y esto, puntualizó Rangel, es lo que se observa en el documental: una colaboración multitudinaria, de personas que han subido su material a diferentes plataformas, el cual retomé y combiné con lo que hicimos Mahmoud y yo. Así se concretó una narrativa completa de la tragedia. Además, me preocupé por dar un contexto de Palestina antes de que fuera bombardeada y devastada, lo cual se logró gracias al apoyo del director de fotografía que pudo rescatar material de archivo sobre cómo era la vida normal en ese lugar.

Muro de la ignominia

Agregó: Esta película la dirigí desde Egipto, del otro lado del muro de la ignominia, porque fue imposible entrar a Palestina, luego de que lo intenté en tres ocasiones; sin embargo, mantuve comunicación con Mahmoud que estaba en Rafah, a dos kilómetros de distancia; uno de cada lado. Al final, él pudo escapar de Palestina y nos vimos en El Cairo, donde editamos la cinta.

Mi idea original “era terminar el documental con un mensaje esperanzador, luminoso, de modo bello, pese a la tragedia, como contrapunto, y con una imagen de Nour, de 16 años, con quien cierro el filme. El último día de edición comenzó el bombardeo a Rafah, en el área de refugiados. No podía dejar esto afuera, pero la película ya estaba cerrada y lo que hice fue agregar tres imágenes con un texto explicativo sobre qué estaba sucediendo y qué estamos viendo. A la fecha del cierre el exterminio continuaba.

Este documental se hizo en un mes con un equipo extraordinario y capacidad de trabajo sobrehumana. Voy a enfatizar lo siguiente: lo lamento por los amigos que tengo de este ámbito, pero hice este trabajo no con gente de cine, sin vicios laborales y al ritmo que la situación lo exigía. Tanto así, que llegué a la conclusión de que es más sencillo que pueda hacer mi siguiente película en Egipto que en México. De hecho, en este momento estamos trabajando en un segundo proyecto con el mismo equipo.

Lo que se recaude con GAZA: la franja del exterminio será donado a Nour Alnaji; Médicos sin Fronteras, y Unrwa, la agencia de la ONU para los refugiados de Palestina. De 102 minutos, la cinta fue realizada, además de Rafael y su hija Jimena Rangel, con profesionales de la franja de Gaza y Egipto.

 

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