Obviamente, no conozco cómo funciona la dinámica de paternidad de Joe Jonas y Sophie Turner, ni cómo se reparten el tiempo con las niñas mientras uno de ellos trabaja, pero sencillamente nunca voy a sentirme mal o preocupada por que un hombre cumpla con su rol de padre.
Estas acusaciones contra Turner son ejemplos claros de ‘mom-shaming’, pero también me han hecho pensar en por qué nuestra sociedad nos ha enseñado a esperar todo de las mujeres que son madres y esperar poco o nada de los hombres que son padres.
Durante mi etapa viviendo en Brooklyn, me di cuenta de que cuando caminaba por la calle con mi hijo de nueve meses, anudado a mi cuerpo en un complicado fular portabebés hecho con una tela, era una madre más.
Sin embargo, cuando un amigo me acompañó al parque, en un día cualquiera, para comer un helado y ver cómo mi hijo se deslizaba por el tobogán, todo el mundo se acercaba a felicitarle por su ‘agilidad y destreza’ con un niño que él apenas estaba conociendo esa tarde. ‘Me encanta ver a los papás en el parque’, me dijo una madre con cierto aire cómplice, y yo le devolví la sonrisa, pero por dentro estaba muy confundida: ¿Dónde más deberían estar los papás, exactamente?
La ‘vergüenza’ que es lanzada a Sophie Turner por (querer) disfrutar de la vida, sin la presencia inmediata de sus hijos ha alcanzado un nuevo nivel. Últimamente, otro famoso tabloide newyorkino parece regañarla a través de los titulares por ‘tomarse unos shots en un bar’, poco antes de que Jonas supuestamente le solicitara el divorcio